miércoles, 7 de diciembre de 2011

HAMBRUNA EN AFRICA



El Video se llama Africa, Un Minuto de Reflexion, Muy Bonito y Muy Triste... Es la pura verdad

Ojala todos dieran su granito de Arena a Africa que es uno de los continentes mas necesitados. si todos ayudaran y no hubiera tanta corrupcion y capitalismo el mundo seria mejor luego encima le echan las culpas a DIOS que pena y los seres humanos no tenemos culpa o solo DIOS ES CULPABLE?? no lo creo para nada mas humanidad, mas fe y mas amor
 
 
 

NAIROBI. Cuandos Minhaj Gedi Farah yacía silenciosamente en una cama de hospital hace tres meses, incluso su madre había perdido la esperanza de que el esquelético bebé somalí viviría.


Semanas de alimentación intensiva, empero, lo han transformado en un niño de mejillas regordetas que ya gatea.


Esta es una de varias historias destacadas el miércoles en un evento anual de recaudación de fondos en Nueva York realizado por el grupo de ayuda Comité de Rescate Internacional (IRC, por sus iniciales en inglés), el cual ayudó a cuidar a Minhaj hasta recuperar su salud.

La hambruna ha cobrado la vida de decenas de miles de niños somalíes este año, pero la Organización de las Naciones Unidas dijo que a pesar de restricciones de rebeldes islámicos, de lluvias torrenciales y combates, las agencias de ayuda han extendido su alcance. La ayuda alimentaria está llegando ahora a 2,2 millones de los cuatro millones de somalíes que la necesitan, señaló la ONU.


"Su madre nunca pensó que se recuperaría. Todos los miembros de su familia están felices", dijo Sirat Amin, una enfermera especialista en nutrición del IRC que ha dado seguimiento al avance de Minhaj. "Puede sentarse sin ser sostenido, puede tomar Plumpynut (suplemento nutritivo) por sí mismo. Está gateando", agregó.


En julio, mes en que la ONU declaró partes de Somalia como zonas de hambruna, Minhaj fue uno de decenas de bebés flácidos que yacían bajo mosquiteros en los sofocantes pabellones del hospital del IRC en Dadaab, el campo de refugiados más grande del mundo. Minhaj, de siete meses de edad, pesaba sólo 3,2 kilogramos (7,05 libras), menos que algunos recién nacidos.


Fotografías de sus huesudas mejillas y ojos saltones hicieron de él el rostro de la hambruna. Pero después de semanas de alimentación intensiva con Plumpynut —un tipo de mantequilla de cacahuate endulzada adicionada con muchos nutrientes— pesa ya casi ocho kilos (17,64 libras), casi el peso normal para un niño de su edad.


El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia señaló que aproximadamente 168.000 niños agudamente desnutridos de menos de cinco años podrían morir en unas semanas más. Al organismo le preocupan enfermedades infecciosas como sarampión, cólera y malaria, particularmente en los sucios y sobrepoblados campos en Mogadiscio, capital de Somalia.
"La hambruna no ha terminado ... Todos los días están muriendo niños", dijo Hannan Sulieman, subrepresentante de la UNICEF en la misión de Somalia. "La desnutrición ha estado muy por arriba de los niveles de emergencia durante más de 10 años", señaló.
La hambruna es la peor emergencia que ha golpeado Somalia durante una generación. La ONU ha suplicado que le suministren fondos por 1.000 millones de dólares y ha obtenido hasta ahora 779 millones.
 
 



Hambre en Somalia: bebés abandonados en los caminos



Weheleey Osman Haji dio a luz tras 22 días caminando, todavía lejos de cualquier ayuda.

"Es una cuestión de vida o muerte", dice Weheleey Osman Haji, una mujer de 33 años, madre de seis hijos.

El último de ellos, Iisha, tiene un día de nacido. Iisha, cuyo nombre se podría traducir como "vida", estaba profundamente dormido en los brazos de su madre, ignorante de las circunstancias que rodearon su llegada a este mundo.
El bebé nació bajo una acacia cerca de Liboi, un pueblo en la frontera entre Kenia y Somalia.
"Había una sequía… habíamos estado caminando 22 días tomando sólo agua. Desde que di a luz al bebé no he comido nada. Yo necesito comida, vida, agua y refugio, todo lo que un ser humano necesita", afirma.
Hay muchas otras madres como Weheleey. Una de ellas contó que dejó a su hijo enfermo a un lado del camino porque éste estaba muy débil para seguir el viaje hasta Kenia.
Agobiada por la responsabilidad de sus otros hijos pequeños, lo dejó en el desierto.
"Sus ojos todavía me persiguen", dijo.
Rukiyo Maalim Noor también ha estado viajando por los últimos 20 días. Tenía un bebé de un mes.
"Simplemente nos fuimos. No podíamos quedarnos por la sequía. No había comida, nada que darle a los niños".

Corazón roto


El nombre de Isha se traduce por "vida".

Mohammed Abdi también estaba entre quienes decidieron hacer el recorrido hasta Kenia.
"Empecé mi viaje el 18 de junio. La mayor parte de mi familia está en el bosque también, buscando una ruta hacia el campo de refugiados de Dadaab. Otros ya están aquí".
"Es irónico. Ahora que hay una paz relativa en Somalia, seguimos escapando. Es debido a la sequía. Lo hemos perdido todo, excepto estos dos camellos. No hay motivo para quedarse".
Abdi, su esposa y sus hijos, estaban a unos 80 kilómetros de Dadaab, el mayor campo de refugiados del mundo.
"Me rompe el corazón ver sufrir a mis hijos. Pero ¿qué puedo hacer yo? Lo he intentado".
Cuando le contamos a Abdi que la milicia islamista Al Shabab ha aceptado permitir que algunas organizaciones humanitarias lleven ayuda a Somalia, se mostró escéptico.
"Ellos nos detuvieron en el camino y nos dijeron que regresáramos. Nos dijeron que era mejor morir en nuestra patria. Querían que rezáramos para que llegara la lluvia", expresa Abdi.

Desafío


Muchos niños no sobreviven la primera semana en el campamento de refugiados pues están muy débiles.

Muchos de los refugiados que llegan a Dadaab, lo hacen a través del pueblo fronterizo de Liboi.
Cientos más usan rutas no oficiales por el temor a ser devueltos por el gobierno de Kenia.
La frontera entre Kenia y Somalia fue cerrada oficialmente a principios de 2008 para evitar que las milicias somalíes entraran al país a través de la larga y porosa línea que separa a los dos países.
Sin embargo, el Comisionado de Distrito de Kenia, Bernard Ole Kipuri, dijo que su país, como signatario de tratados internacionales, no puede rechazar a personas que estén buscando ayuda.
El desafío es identificar a aquellos que pasan el límite por puestos fronterizos sin vigilancia.
Algunos líderes locales creen que los cárteles dentro de Somalia están explotando la situación cobrándoles a los refugiados por el viaje hasta los campamentos.
Esos refugios hacia los cuales huyen están superpoblados y las organizaciones de ayuda afirman que ya están al límite.
Una vez en el campamento puede tomar de siete a doce días recibir la primera ración alimenticia.
Los tres campamentos en Dadaab acogen a más de 370.000 refugiados, muy por encima de su capacidad formal de acoger sólo a 90.000.
   
 
A esta situación se le suma la corrupción y el mal manejo de fondos, lo que los donantes denominan una falta de gobierno responsable.

"Problemas como corrupción, colusión y nepotismo pueden inhibir significativamente la capacidad de los gobiernos para promover los esfuerzos en pro del desarrollo", señala un comunicado del Instituto de Investigación sobre Políticas Internacionales de Alimentación.

VIH/SIDA, que priva a las familias de su mano de obra más productiva.
Éste es un problema particularmente grave en el sur de África, donde más del 30% de los adultos sexualmente activos son portadores del virus del VIH.

Según la agencia británica para el desarrollo Oxfam, cuando un miembro de una familia es infectado, la producción de alimentos puede reducirse en un 60%.

Crecimiento poblacional descontrolado.
La población del África subsahariana ha crecido más rápido que cualquier otra región en los últimos 30 años (...) Entre 1975 y 2005 la población aumentó en más del doble, de 335 a 751 millones de personas".

Fondo para la Población de Naciones Unidas
Un informe del Fondo para la Población de Naciones Unidas señala que "la población del África subsahariana ha crecido más rápido que cualquier otra región en los últimos 30 años, a pesar de las millones de muertes por la pandemia del SIDA".

Entre 1975 y 2005 -precisa el documento- "la población aumentó en más del doble, de 335 a 751 millones de personas".

En algunas partes de ese continente hay suficiente tierra para lidiar con un aumento poblacional de esa naturaleza, y no es un problema. Pero en otras partes, ha tenido serias consecuencias.

Ha forzado a familias campesinas a subdividir su tierra cada vez que llega alguien nuevo, lo que ha llevado a un exceso de pequeñísimas parcelas o que las familias migren en busca de nuevas tierras.

La tierra
A este problema, hay que añadir el de la condición de la tierra arable.

En el África subsahariana, la calidad de la tierra está clasificada como inservible en un 72% de la tierra arable y en un 31% de la tierra para pastos.

Los niveles de fertilidad van disminuyendo cada año por distintas razones, ya sea por filtraciones, erosión u otros medios.

Los niveles de nutrientes también han ido declinando de manera continua en los últimos 30 años, precisa el Instituto de Investigación sobre Políticas Internacionales de Alimentación.

Consecuencias
Un continente que era autosuficiente en cuestión alimentaria al momento de su independencia, hace 50 años, hoy es un masivo importador de alimentos 
 

La mujer que tuvo que elegir a qué hijo salvar


Una mujer somalí caminaba hacia Kenia con su primogénito de 4 años y un bebé de apenas 12 meses para huir de la hambruna de su país. En el camino tuvo que abandonar a uno de ellos para proteger la vida del otro
Crédito foto: Reuters


"Nunca había enfrentado ese dilema en mi vida". Wardo Mohamud Yusuf, de 29 años, tuvo que tomar una decisión que le pesará por siempre. Caminaba con sus dos hijos hacia el campamento de refugiados de Dadaab, en Kenia. Su hijo de cuatro años la agarraba de la mano, mientras ella transportaba en su espalda a una bebé de apenas un año.

Cundo el mayor cayó desmayado por el calor, el hambre y la sed, su madre se detuvo y volcó un poco de agua sobre su cabeza para reanimarlo. El niño no volvía en sí. Su madre trató entonces de llamar la atención de las familias que pasaban a su lado en aquella huida, pero nadie reaccionó.

"Finalmente, decidí dejarlo atrás, en el camino y al amparo de Dios", confesó Mohamud Yusuf ya desde Dadaab. "Ahora vuelvo a experimentar el dolor de abandonar a mi hijo. Me despierto por las noches y pienso en él. Me siento aterrorizada cuando veo a un niño de su edad".

Tomar una resolución de semejantes consecuencias, dejar en el camino a un hijo para salvar a otro, marca de por vida a muchos padres que hoy huyen de su país para intentar sobrevivir en otro lugar. El camino suele ser largo y seco. Sin apenas agua, sin comida, y con largas horas bajo el sol, son muchos los progenitores que deben abandonar a sus hijos en medio del camino.

Lo peor ni siquiera ha pasado para Mohamud Yusuf. El doctor John Kivelenge, experto en salud mental del Comité Internacional de Rescate en Dadaab, admite que la madre somalí no tenía otra opción. "Es una reacción normal a una situación anormal. Ellos no pueden sentarse a esperar la muerte juntos", explicó. "Pero después de un mes,sufrirán un desorden por estrés postraumático, lo que significa que tendrán recuerdos y pesadillas".

"La imagen de los niños a quienes abandonaron volverá a ellos y los acosará", añadió. "Además, dormirán mal y tendrán problemas sociales".

El caso de Mohamud Yusuf no es aislado. Una mujer de su edad, Faduma Sakow Abdullahi, también trataba de llegar a Dadaab con un bebé y con sus otros hijos de cinco, cuatro, tres y dos años. Estaban a punto de llegar al campamento, a un día de distancia, cuando se detuvieron a descansar un instante. Sus dos hijos mayores se acostaron, pero no se volvieron a levantar.

Sakow se preguntó qué hacer. Llevaba agua en un envase de cinco litros, pero no era suficiente para todos. Decidió que debía abandonar a sus dos hijos de 5 y 4 años, pero no fue fácil. Se alejaba y volvía sobre sus pasos, incapaz de irse, hasta que se dio cuenta de que la vida de sus otros hijos también estaba en peligro y que no podía esperar.

Al final dejó a sus hijos moribundos allí, a la sombra de un árbol.

Ésta es sólo uno de los rostros más espantosos de una hambruna y una sequía que está diezmando Somalia. Más de 29 mil niños menores de cinco años han muerto en los últimos tres meses por desnutrición o por falta de agua. Tras más de dos décadas de guerra civil y con la grave hambruna que padecen cinco de sus provincias, el centro de Control y Prevención de enfermedades de los Estados Unidos también ha cifrado en 300 mil las personas que han huido del país.

Según la ONU, más de tres millones de personas necesitan "ayuda inmediata para salvar su vida". Más de 12 millones de personas en todo el Cuerno de África necesitan ayuda alimentaria ante la severa sequía, que afecta con especial saña a determinadas zonas de Somalia en donde viven 450 mil personas.

Por si fuera poco, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha alertado de que unaepidemia de cólera se está propagando por el país africano. La infección intestinal, obtenida en ocasiones tras la ingestión de agua contaminada, causa diarrea grave y vómitos, por lo que deja a los niños pequeños especialmente vulnerables a la muerte por deshidratación.

La ONG Avaaz ha comenzado una campaña de recolección de firmas con el fin de pedir al Consejo de Seguridad de la ONU que se involucre en este asunto para impedir lo que sucedió hace 19 años, cuando una hambruna en Somalia terminó hace casi dos décadas con la vida de 300 mil personas.




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