viernes, 12 de octubre de 2012

"DIEZ COSAS QUE DIOS NO TE PREGUNTARÁ"

1. Dios no te preguntará qué modelo de auto usabas; te preguntará a cuánta gente llevaste.

2. Dios no te preguntará los metros cuadrados de tu casa; te preguntará a cuánta gente recibiste en ella.

3. Dios no te preguntará la marca de la ropa en tu armario; te preguntará a cuántos ayudaste a vestirse.

4. Dios no te preguntará cuán alto era tu sueldo; te preguntará si vendiste tu conciencia para obtenerlo.

5. Dios no te preguntará cuál era tu título; te preguntará si hiciste tu trabajo con lo mejor de tu capacidad.

6. Dios no te preguntará cuántos amigos tenías; te preguntará cuánta gente te consideraba su amigo.

7. Dios no te preguntará en qué vecindario vivías; te preguntará cómo tratabas a tus vecinos.

8. Dios no te preguntará el color de tu piel; te preguntará por la pureza de tu interior.

9. Dios no te preguntará por qué tardaste tanto en buscar la Salvación; te llevará con amor a su casa en el Cielo y no a las puertas del Infierno.

10. Dios no te preguntará a cuántas personas enseñaste este mensaje, te preguntará si te dio vergüenza hacerlo.
               EL SABIO Y EL REY
 

                                         
Un Rey soñó que había perdido todos los dientes. Después de despertar,
mandó llamar a un Sabio para que interpretase su sueño.

"¡Qué desgracia, mi señor!" exclamó el Sabio, "Cada diente caído representa
la pérdida de un pariente de vuestra majestad".

"¡Qué insolencia!" gritó el Rey enfurecido, "¿Cómo te atreves a decirme
semejante cosa? ¡Fuera de aquí!" Llamó a su guardia y ordenó que le dieran
cien latigazos.

Más tarde ordenó que le trajesen a otro Sabio y le contó lo que había
soñado. Este, después de escuchar al Rey con atención, le dijo: "¡Excelso
señor! Gran felicidad os ha sido reservada. El sueño significa que
sobrevivirás a todos vuestros parientes".

Se iluminó el semblante del Rey con una gran sonrisa y ordenó que le dieran
cien monedas de oro.

Cuando éste salía del Palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado: "¡No
es posible! La interpretación que habéis hecho de los sueños es la misma que
el primer Sabio.

No entiendo porque al primero le pagó con cien latigazos y a ti con cien
monedas de oro".

"Recuerda bien, amigo mío", respondió el segundo Sabio, "que todo depende de
la forma en el decir... uno de los grandes desafíos de la humanidad es
aprender a comunicarse".

De la comunicación depende, muchas veces, la felicidad o la desgracia, la
paz o la guerra. Que la verdad debe ser dicha en cualquier situación, de
esto no cabe duda, mas la forma en que debe ser comunicada es lo que provoca
en algunos casos, grandes problemas.

La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el
rostro de alguien, puede herir, pero si la envolvemos en un delicado
embalaje y la ofrecemos con ternura, ciertamente será aceptada con agrado.

--
Silvia
CULTIVA Y EXPRESA EL AMOR INCONDICIONAL
 
 
El Amor es Dios que ha creado el universo, el Amor es Omnipresente –está siempre presente en todo lugar, espacio y tiempo. El Amor es Dios ratificándose en lo que Él ha creado (tú, yo y todos); y diciendo que lo creado por Él es bueno. El Amor nunca maldice, nunca niega la existencia del bien. El Amor perdona en forma continua, el Amor es el Poder ilimitado del Universo y puede más que cualquier otro poder. El Amor es el Espíritu que derrama generosamente en Su creación y que sin embargo nunca se agota. El Amor es Dios expresándose como sentimiento puro a través de nuestros corazones. Amamos, porque Dios nos amó primero, y nuestro amor debe ser siempre un concepto infinito de Este gran Amor que todo abarca. Cada vez que pensemos en el Amor o que expresemos amor, nos estamos uniendo con el gran poder del Amor y llegamos a ser como Él, pues lo veremos a Él cómo es en realidad. Sea cual fuere lo que la palabra Dios signifique para nosotros, la razón de ser del Amor es permitirnos compartir la Gloria de Dios. El Amor es el Espíritu Divino que mora en cada uno de nosotros y en toda cosa viviente. Cualesquiera que sea el lugar en donde nos encontremos, Él nos sana cualquier herida, nos protege y nos guía hacia nuestro mayor bien. El Amor hace que las plantas crezcan, y que se mantengan en equilibrio todas las cosas del universo como nuestra tierra, planetas y las estrellas. El Amor vivifica nuestro espíritu, Él vive y está siempre con nosotros, porque en Él vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser.
 
                                                (Tomado del libro La Alegría de Vivir P-182.2-183)
 
 

La inteligencia sin Amor, te hace perverso.

La justicia sin Amor, te hace hipócrita.

El éxito sin Amor, te hace arrogante.

La riqueza sin Amor, te hace avaro.

La docilidad sin Amor, te hace servil.

La pobreza sin Amor, te hace orgulloso.

La belleza sin Amor, te hace ridículo.

La verdad sin Amor te hace hiriente.

La autoridad sin Amor, te hace tirano.

El trabajo sin Amor te hace esclavo.

La oración sin Amor, te hace introvertido.

La Ley sin Amor, te esclaviza.

La política sin Amor, te hace ególatra.


La sencillez sin Amor te envilece.
La fe sin Amor, te hace fanático.

La cruz sin Amor, se convierte en tortura.

La vida sin Amor, no tiene sentido.

Una sonrisa de terapia


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Visitando una leproserí­a en una isla del Pací­fico me sorprendió que, entre tantos rostros muertos y apagados, hubiera alguien que habí­a conservado unos ojos claros y luminosos que aún sabí­an sonreí­r y que siempre decí­a «gracias» cuando le ofrecí­an algo. Entre tantos «cadáveres» ambulantes, sólo aquel hombre se conservaba humano.

Cuando pregunté qué era lo que mantení­a a este pobre leproso tan unido a la vida, me dijeron que lo observara por las mañanas.
 Y vi que, apenas amanecí­a, aquel hombre acudí­a al patio que rodeaba la leproserí­a y se sentaba enfrente del alto muro de cemento que la rodeaba.

Y allí­ esperaba… esperaba… hasta que, a media mañana, tras el muro, aparecí­a durante unos cuantos segundos otro rostro, una bella mujer que se paraba al frente y le sonreí­a con una hermosa y amplia sonrisa.

Entonces el hombre comulgaba con esa sonrisa y sonreí­a él también. Luego la mujer desaparecí­a y el hombre, iluminado, tení­a ya alimento para seguir soportando una nueva jornada y para esperar a que, al dí­a siguiente, regresara el rostro sonriente. Era su mujer.

Cuando lo arrancaron de su pueblo y lo trasladaron a la leproserí­a, la mujer lo siguió, y se instaló a vivir en el pueblo más cercano a la leproserí­a.
 Y todos los dí­as acudí­a para continuar expresándole su amor.
«Al verla cada dí­a – me dijo el enfermo – sé que todaví­a vivo

Muchos viven gracias a tu sonrisa, a tus palabras, a tu esperanza, a las migas de cariño que les puedas dar. No bajes los brazos. No dejes de sonreí­r y de tratar bien a los demás


Qué significa ser adoptado?


                                                       

La maestra Debbie Moon estaba estudiando con su grupo de primer grado la pintura de una familia.
En la pintura había un niño que tenía el cabello de color diferente al resto de los miembros de la familia. Uno de los niños del grupo sugirió que el niño de la pintura era adoptado. 

 
 
Entonces, una niña del grupo le dijo:
              “Yo sé todo de adopciones porque soy adoptada”
¿Qué significa ser adoptado? Preguntó otro niño.
   “Significa”-dijo la niña- 

“que tu creces en el corazón de tu mamá en lugar de crecer en su vientre”.

Ser feliz a tiempo


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Cuenta la leyenda que un hombre oyó decir que la felicidad era un tesoro.

A partir de aquel instante comenzó a buscarla. 
Primero se aventuró por el placer y por todo lo sensual, luego por el poder y la riqueza, después por la fama y la gloria, y así fue recorriendo el mundo del orgullo, del saber, de los viajes, del trabajo, del ocio y de todo cuanto estaba al alcance de su mano.

En un recodo del camino vio un letrero que decía : ??”  
     Le quedan dos meses de vida”

Aquel hombre, cansado y desgastado por los sinsabores de la vida se dijo:
 
“Estos dos meses los dedicaré a compartir todo lo que tengo de experiencia, de saber y de vida con las personas que me rodean.

Y aquel buscador infatigable de la felicidad, sólo al final de sus días,? encontró que en su interior, en lo que podía compartir, en el tiempo que le dedicaba a los demás, en la renuncia que hacía de sí mismo por servir,? estaba el tesoro que tanto había deseado.

Comprendió que para ser feliz se necesita amar; aceptar la vida como viene; disfrutar de lo pequeño y de lo grande; conocerse a sí mismo y aceptarse así como se es; sentirse querido y valorado, pero también querer y valorar; tener razones para vivir y esperar, y también razones para morir y descansar.

Entendió que la felicidad brota en el corazón, con el rocío del cariño, la ?ternura y la comprensión. Que son instantes y momentos de plenitud y ? bienestar ; que está unida y ligada a la forma de ver a la gente y de?  relacionarse con ella y que para tenerla hay que gozar de paz interior.? Y en su mente recordó aquella sentencia que dice:

“¡¡Cuánto gozamos con lo poco que tenemos y cuanto sufrimos por lo mucho que anhelamos !!”